Todos tenemos sueños y metas que deseamos alcanzar. Nos fijamos objetivos ambiciosos, buscamos mejorar nuestra salud, nuestra carrera, nuestras relaciones. Pero, ¿qué pasa cuando nuestras acciones no reflejan nuestras aspiraciones?
Es fácil decir que queremos un cambio, que anhelamos una vida mejor. Sin embargo, el deseo por sí solo no es suficiente. La coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos es esencial. No podemos esperar resultados diferentes si nuestras acciones son las mismas de siempre.
Salir de fiesta, beber en exceso, comer alimentos que no nos benefician… todas estas son decisiones que pueden parecer pequeñas en el momento, pero que sumadas, se interponen en nuestro camino hacia el éxito.
No se trata de privarnos de todo placer, sino de encontrar un equilibrio que nos permita disfrutar mientras seguimos avanzando hacia nuestros objetivos.
La coherencia es la clave. Si realmente queremos lograr esos objetivos que tanto nos importan, debemos estar dispuestos a hacer los sacrificios necesarios. Se requiere un esfuerzo constante y una voluntad de hierro para no ceder ante las tentaciones que nos alejan de nuestras metas.
En resumen, si queremos resultados diferentes, debemos empezar por ser diferentes en nuestras acciones. Solo así, podremos mirar hacia atrás y ver que cada paso que dimos fue un paso coherente hacia nuestros sueños.
El Compromiso con Nuestros Objetivos
Comprometerse con un objetivo significa más que simplemente establecerlo. Significa tomar decisiones diarias que nos acerquen a ese objetivo, incluso cuando esas decisiones son difíciles o menos placenteras. Significa renunciar a las salidas nocturnas frecuentes, al alcohol que nubla nuestra mente y a los alimentos que nos hacen sentir pesados y letárgicos.
Cuando nos comprometemos con nuestros objetivos, cada acción cuenta. Cada elección es un voto a favor o en contra de nuestro futuro deseado. Y sí, eso incluye lo que hacemos en nuestro tiempo libre, cómo nos relajamos y cómo nos recompensamos después de un duro día de trabajo.
La Coherencia en la Práctica Diaria
La coherencia no es solo una palabra de moda; es una práctica diaria. Es la alineación de nuestras acciones con nuestros valores y metas más profundos. Es la honestidad brutal con nosotros mismos sobre lo que realmente queremos y lo que estamos dispuestos a hacer para conseguirlo.
Si tus objetivos incluyen estar en forma, entonces la coherencia se traduce en elegir alimentos nutritivos y hacer tiempo para el ejercicio, incluso cuando estás cansado o ocupado. Si tus metas son profesionales, entonces significa trabajar en tus habilidades y red de contactos, incluso cuando preferirías estar viendo tu serie favorita.
La Incoherencia y Sus Consecuencias
La incoherencia entre nuestros objetivos declarados y nuestras acciones reales tiene consecuencias. No solo nos aleja de nuestros objetivos, sino que también erosiona nuestra autoestima y confianza. Cada vez que tomamos una decisión que va en contra de nuestros objetivos, nos estamos diciendo a nosotros mismos que no somos capaces de lograr lo que queremos.
Esta erosión de la autoconfianza puede ser más dañina que cualquier noche de fiesta. Nos lleva a un ciclo de duda y temor que puede ser difícil de romper. Pero no tiene que ser así. Podemos elegir la coherencia y, al hacerlo, construir una base sólida para el éxito.
Construyendo Hábitos Coherentes
La coherencia se construye a través de hábitos. Los hábitos son las acciones que realizamos de manera regular y automática. Son poderosos porque una vez que están establecidos, no requieren tanta fuerza de voluntad para mantenerlos.
Para construir hábitos coherentes con nuestros objetivos, debemos comenzar pequeño. Elige una acción que puedas realizar todos los días que te acerque a tu meta. Puede ser algo tan simple como leer diez páginas de un libro relacionado con tu campo profesional o hacer diez minutos de ejercicio. Lo importante es la regularidad y la consistencia.
El Poder de la Disciplina Personal
La disciplina personal es el motor detrás de la coherencia. Es lo que nos mantiene en el camino cuando las distracciones y tentaciones aparecen. La disciplina no es castigo; es autocontrol. Es la habilidad de decir no a las cosas que nos alejan de nuestros objetivos y sí a las cosas que nos acercan a ellos.
Desarrollar disciplina personal requiere práctica y paciencia. No se trata de ser perfecto, sino de ser consciente y hacer elecciones intencionales. Con el tiempo, la disciplina se convierte en parte de quiénes somos, y las decisiones coherentes se vuelven nuestra segunda naturaleza.
Conclusión: La Coherencia Como Estilo de Vida
Adoptar la coherencia como estilo de vida es el camino más seguro hacia el logro de nuestros objetivos. No es el camino más fácil, pero es el más gratificante. Cuando nuestras acciones reflejan nuestras palabras, no solo estamos más cerca de alcanzar nuestros sueños, sino que también nos convertimos en una inspiración para los demás.
La coherencia es una elección que hacemos todos los días. Es una declaración de quiénes somos y de lo que valoramos. Y cuando finalmente alcanzamos esos objetivos que una vez parecían tan lejanos, sabremos que cada paso coherente valió la pena.
Una recomendación que puede ayudarte: “Hábitos atómicos”, de James Clear