El cambio interno

Posiblemente uno de los objetivos más buscados en los gimnasios es el “cambio físico”. A saber: pérdida de grasa (mal llamada peso en el lenguaje coloquial), aumento de la masa muscular, mejora de la resistencia al entrenamiento, estética acorde a ciertos cánones…

La cuestión aquí radica en que, en realidad, lo que se produce no es un cambio físico. Eso es un resultado más; una consecuencia inevitable. Consecuencia, digo, de lo que en realidad ha ocurrido: un gran cambio interno.

Una catarsis mental que ha dado como resultado que cambien nuestras prioridades, que nos prioricemos a nosotros mismos, que nos preocupemos por guardar tiempo para cuidar nuestra salud y que, en definitiva, el rumbo de nuestra vida pase a estar dirigido por quien debe. Nosotros mismos. 

Si le damos la vuelta a la tortilla, y lo vemos desde una perspectiva opuesta, podríamos llegar a decir que estar fuera de forma es culpa de tus hábitos. Hábitos no saludables que dan como resultado una insatisfacción continua con nuestro aspecto físico. Pero que, a su vez, nos adentran más y más en esa espiral negativa.

Como estoy fuera de forma por mis hábitos, mi autoestima baja, mi fuerza de voluntad disminuye, además me miro en el espejo y me frustra lo que veo, y vuelvo a acudir a esos malos hábitos como medida de escape ante una situación negativa que rige nuestra vida. Al final, lo más seguro y, en general, lo que ocurre, es que arriba, en nuestra cabecita, las cosas no van bien.

Y para eliminar ese estrés, recurrimos a cosas que seguro te suenan: comidas rápidas de baja calidad nutricional; beber alcohol; fumar (aunque “solo” sea cuando salgo); innumerables horas ante una pantalla (echa un vistazo a las estadísticas de uso de tu móvil; muchas veces asustan); elegir el sofá antes que un paseo o hacer deporte y un largo etcétera que entre todos podríamos completar. 

En ocasiones, la cabeza nos hace un “click”, y vemos en el deporte la solución. O, al menos, un modo de intentar cambiar ese modo negativo de desestresarnos por otro mejor, que es hacer ejercicio (¡apoyo total con eso!). Pero, por costumbre, y por experiencia, lo que aquí sucede es que se añade una urgencia innecesaria. Vamos, que quiero todo en un mes.

Y eso, evidentemente, y si me has ido leyendo a lo largo de este tiempo, sabrás que no puede ser. Los cambios, los verdaderos cambios, que son duraderos, han de construirse pasito a pasito (sí, ya se que aquí has cantado…).

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Ya sabes, aquello de marcar objetivos realistas, e ir cumpliendo y consiguiendo logros pequeños pero que sumen cada semana. Y, si es posible, con una mirada más abierta. Me refiero a que si un día te tocaba entrenar y tu ánimo estaba por los suelos y no lo has hecho, piensa que, si en 365 días que tiene el año, la costumbre ha sido hacer ejercicio, comer sano y cuidarte, un día no empaña en absoluto todo lo demás.

Que si un día me como una burguer de esas chorreantes porque me apetece, mientras la norma en tu vida es comer saludable y nutritivo, el impacto negativo de esa burguer desaparece y, muy probablemente, el placer inmediato de esa hamburguesa, junto con compartirla con alguien que quieres, tenga de hecho efectos positivos en mi bienestar. 

Las bases para mejorar tu calidad de vida van a ser siempre las mismas, y pasan por aquellos aspectos básicos que hablamos en el artículo anterior, “La Filosofía Jym”; a modo de resumen y por facilitar la puesta en marcha de los hábitos que queremos rijan tu vida, te los enumero:

  • Haz ejercicio de fuerza de 3 a 4 días a la semana.
  • Come de forma nutritiva la mayor parte del tiempo, basando tu alimentación en productos de origen vegetal.
  • Come suficiente proteína diariamente: lo mejor, asegurarte un buen aporte proteico en cada ingesta principal que hagas.
  • Camina todos los días (si es 1 hora o más, mejor; pero empieza por poquito).
  • Exponte a la luz del sol.
  • Duerme bien creando una higiene del sueño apropiada: no consumas pantallas brillantes antes de irte a dormir, lee algo, toma una infusión caliente, elimina toda fuente de luz y si puedes, medita brevemente. 
  • Gestiona tu estrés: si lo necesitas, acude a la ayuda de un psicólogo/a para que te acompañe en esto.

Podríamos añadir más, pero creo que estos son los básicos. Además, si atendemos a aquello de objetivos medibles y realistas, créeme que estos lo son. Al principio te costará un poco ponerlos en marcha, pero menos de lo que piensas. 

Y ya sabes, la ayuda que necesites, nosotros podemos atenderla. Recuerda, los grandes cambios físicos que observas parten de un cambio interno a nivel mental y emocional.